martes, diciembre 04, 2007
Imagínenme 2
jueves, octubre 11, 2007
De miradas 2

Qué miras. A quién estás mirando. Quién eres, ¿acaso te conozco? Por qué ríes. O qué haces si es que no estás riendo. Habla. Dime lo que sientes pero mirándome a los ojos. Sé que no lo harás. ¿Te da igual todo lo que te hable? Tienes la mirada fijada en otra cosa que no soy yo. Sí, porque yo soy una cosa también. Para qué has venido si no me vas a mirar. Mírame. Mira para aquí. Me jode que no me mires. Me da fastidio. Me incomoda. Pero te da igual. Así no sepa quién eres me incomoda que estés aquí y no me mires. Tu pelo me recuerda a alguien. Tu olor. Dónde nos hemos visto. Creo que una vez estuvimos en un parque por la playa y nos quedamos mudos y después de dos horas de no hablarnos nos besamos. ¿Eres tú? Eres la que una vez no me abrió la puerta de su casa a pesar de la lluvia y el ramo de flores que tenía en las manos. Mírame. Deja de reír, por favor. Dime quién eres porque si no me miras nunca voy a saber quién eres. Hoy no quieres hablar, lo sé. Nunca más quisiste hablar. Pero al menos mírame. No te pido más. No te estoy pidiendo tampoco algo imposible. ¿Estás riendo o es tu indiferencia? Por qué te quedas entonces aquí. Anda con lo que estás mirando. Regresa por donde viniste. Déjame aquí si no quieres mirarme. No, no estás riendo porque sino harías bulla y te taparías la boca. No has dicho nada, ¿lo sabes? ¿Acaso me odias? Acaso ya no te acuerdas de mí. Lo sé que puede que sea un extraño para ti, pero por favor mírame. No te vas a mover. Ni tú ni tus ojos se moverán. Seguirás viendo eso que yo no veré jamás porque yo sí te estoy mirando. Quién eres. Qué miras. A quién estás mirando. Qué haces aquí. Este es mi espacio, ¿lo sabías? ¿Eres tú?... la que me devolvió todos los libros dejándolos en la puerta de mi casa, tocando el timbre y saliendo corriendo sin darme tiempo a decirte algo. No, no eres tú. Tú ya me hubieses mirado. Y hasta un beso para saludarme me hubieras dado. Pero da igual quién seas. Lo entiendo todo. No digas nada que mucho ya has hecho con quedarte aquí escuchando todo esto. Está bien, no me vas a hablar y lo tendré que aceptar. Si tú no te vas me voy yo. Me voy. Eres tú. Sí, lo sé. Quién más podía ser. Me voy. Esta vez soy yo el que se va y no tú. ¡Me voy yo! No es necesario que digas algo. Mírame… es en vano, lo sé, siempre lo supe. Así como siempre supe que eras tú. Solo quería que me miraras… al menos esta vez.Hoy
domingo, agosto 12, 2007
Despedida 3
El aeropuerto es más frío de lo que parece. Y también es muy grande, tan grande que a pesar de toda la gente que hay nunca está lleno. Es blanco y eso lo hace transparente. El aeropuerto me esperaba en una noche casi fría; rodeado yo estaba de amigos, rodeado estaba yo de gente que vino a decirme adiós. De gente que vino hasta aquí a pesar de que era domingo y al domingo dios lo creó para descansar. Estaban todos menos ella. Pero no le di importancia, total, siempre pensé que no vendría. Y hasta allí llegué yo con dos maletas llenas. Una llena de ilusiones, de ropa y de algunos discos. Y otra, que pesaba horrores, llena de libros; libros que me fueron marcando desde que supe ver una hoja y leer en ella. El aeropuerto es silencioso, a pesar de que todos gritan, aunque la gente que vino a verme no lo hacía. A mí en estos momentos no me gusta pensar en nada, solo dejo que pase el tiempo a pesar de que sé que si pienso el tiempo igual va a pasar. Hablaba yo con mucha gente, a todos los quería mucho, mi familia daba vueltas y quizá muy dentro de cada uno de ellos había algo que les decía que yo nunca más iba a volver.
jueves, agosto 02, 2007
De besos
Cómo besas. Acaso eres de los que para besar cierran los ojos y los abren un ratito de vez en cuando para ver qué está pasando. O eres de los que besan y se deja llevar por las melodías transparentes. Hay besos sabor a limón. Besos mojados, empapados. Besos que suenan a verdad. Besos mentirosos. Besitos. Dos besos. Besos tiernos y besos salvajes. Besazos como cabezazos. Bésame, bésame mucho. Existen besos que nacieron para otro fin. Y hay besos que son extraños y no nos pertenecen. O besos que lloran por no ser dados. Besos que se extravían en ese espacio que me separa de ti. Besos como pétalos o quizás, en otoño, como hojas que caen…
lunes, julio 16, 2007
De la noche en que por más que intenté no pude quedarme callado
Llovía mucho pero estábamos dentro del bus. Habíamos bebido demasiado y ella decía que habíamos cogido el bus equivocado. Yo le pedía que se callase y le decía que en un momento más llegaríamos a su casa. Yo no sabía dónde vivía pero conocía el lugar porque ella me lo había dicho antes de subir al bus, que yo, con mil copas encima, supe que nos llevaría. Yo creo que a ella se le había pasado toda la borrachera y todo lo que se le había pasado a ella se me había subido a mí, así que trataba de no hablar porque sabía que la iba a cagar. Al dar la vuelta el bus para cruzar el puente que separa la ciudad de los suburbios ella se sintió más tranquila porque estuvo segura, por fin, que íbamos para su casa. Me cogió la mano y me dijo, o más bien me susurró, gracias. Yo seguía sin hablar más por miedo que por ganas. No podía volverlo a hacer, no podía discutir con ella, no le iba a decir lo mucho que la quería otra vez porque habíamos quedado como amigos. Era el último bus y ella lo sabía. Yo la dejaría en casa y esperaría el primer metro o cogería un taxi, así de borracho y así de miedoso.
Bueno, si te quieres quedar hazlo pero no pienso hablarte, estamos a dos cuadras de tu casa y si no te da la gana de ir qué voy a hacer, yo he venido aquí tratando de ser amable, además porque tú no tienes ni idea de cómo llegar a tu casa a estas horas y porque vives en un barrio que solo a ti se te ocurre vivir y que nunca se sabe qué puede pasar, claro, tú siempre con tus tonterías de que no te gusta vivir en el centro, pero a ver qué culpa tengo yo de que sea educado, de que haya ido a buenos colegios, qué culpa tengo yo de que se te haya caído el rimel, de que tu colorete sea barato con todo lo que ganas, es que tú, con casi treinta años, todavía te crees la jipi, mi viejo era jipi, o mi tío, que ahora tienen más de cincuenta años, pero tú, hazme favor, qué crees que porque dijiste que desde ahora somos solo amigos… normal, como quieras, pero después no te hagas la cojuda y me estés toda la fiesta provocando y sacándome a bailar porque tampoco soy un cojudo, y no me importa que no entiendas esta palabra porque yo sí, y porque me he prometido no hablarte, ¿ok?
domingo, julio 01, 2007
NY

El Central Park no es un parque, sino un mundo. Al verlo tan lejos de todo, tan calmado y ver su inmensidad te preguntas de dónde salió esto. No le molesta nada. Nada le fastidia, descansa y deja descansar. Es inoportuno, pero está bien que lo sea. Tiene la vista más grande de todas y un alaguna tan inmensa que te atrapa los ojos. La gente corre en sus caminos. Lo rodea pero no lo mira de frente. Y estás allí parado en medio del verde, la bulla desaparece y te preguntas cómo hace para ser tan sordo cuando fuera de él hay quince millones de personas tratando de adelantarse en una cola. El Central Park no ronca cuando duerme. No apaga la luz y tampoco se tapa. No, no es como el MoMA.
El MoMA no es un museo, sino una persona. Una persona que está sentada con lo brazos abiertos. Una persona con muchas caras y de diferentes colores. Una persona muy alta que reúne a todos nosotros pero no es ninguno. Y te preguntas cómo puede haber tanta genialidad junta en una sola persona. Porque cuando el MoMA habla lo hace para todos. Porque cuando llora, todos lloramos. Y viceversa. Y luego ves mucha obra de arte. Y más obras de arte. Y más. Y si quieres puedes quedarte con él. Él, que con nuestra imaginación juega.
New York es esa calle con números y casas con nombre. Ese suspiro. con smog Ese respiro inquieto. Esos policías tan azules. Ese café muy caliente y con sacarina. Ese hot dog de un dólar que cuesta tres... Cuando New York se acuesta, nosotros también.
lunes, mayo 14, 2007
Llamada 3
Ahora tocaba ella, quién es ella, era la misma loca de siempre. Dicen que la locura es contagiosa y lo afirmo, ella me contagió manías, me dio una nueva visión de la vida que no tenía nada que ver con la vida y me quiso tanto que nunca se acostó conmigo, y cómo sabes que te quiso tanto, pues lo supe después de leer un mail suyo que decía que siempre me quiso y siempre me querrá, yo creo que si eso me lo decía en el momento que la conocí muchas cosas no hubiesen sido como son ahora. Al llamarla me contestó una voz y supe que ella nunca iba a cambiar, era una de esas voces extrañas que me decía que el número que yo había marcado no existía más.
A esta no sabía si llamarla o no, acabamos mal pero como estaba decidido marqué su número por más que mis dedos se resistían. Me dijo “Sí” y casi le digo Sí, soy yo, el mismo que te cargó la maleta a pesar de la nieve, el mismo que caminó kilómetros por verte solo dos minutos, Sí, soy yo… pero no iba a hablar, me lo prohibí las dos últimas veces que nos vimos y también en ese momento. Volviste a hablar aunque con una voz que se entrecortaba, a pesar de eso logré entender un "Déjame en paz". O quizás me equivoqué y era un "Te quiero". No lo sé pero de lo que sí estoy seguro es de que temblabas porque esas cosas se sienten por teléfono, así como yo también temblaba y con tanto temblor y tanta lluvia merodeando los ojos me colgó.
Dije que llamaría a cinco y la cuarta me contestó con la misma voz con la que me dijo no te vayas, y yo me tuve que quedar callado como aquella vez porque mi lengua no respondió. Escuché una risa, y yo también reí porque eso era lo que más hacíamos, nos reíamos tanto que a veces reíamos más de lo que hablábamos. Luego de tu risa gritaste "Quién es" y me asusté un poquito, no mucho porque eras tú aunque nunca pudiste pensar que era yo el que llamaba ya que sabes que odio hablar por teléfono. Seguías siendo la misma fresca de siempre por eso me mandaste a la mierda y me colgaste con un merecido "Conchatumadre".
Y me quedaba un número, un número que estaba escrito con color rojo, un número que se añadió hace poco a esta agenda que se cae a pedazos, como pedazos nos hicimos nosotros, ¿recuerdas?, sí, estoy seguro porque tú recuerdas todo por más que te quejes de la memoria de pez y de esas cosas. Veía el número, estaba allí muy claro con todo el color rojo del mundo con el que lo escribiste tú porque me dijiste por qué no estaba en esa agenda tu número que era el más importante de mi vida, yo no te pude decir que no, no pude porque a ver quién es el valiente que lo hace… No estaba seguro de marcarlo, las ganas ya no eran las mismas pero tenía que hacerlo… y así pensando en si sí o no lo hacía me entraron de nuevo las ganas y cogí el teléfono, estaba decidido a hablarte y a todo cuando en el preciso momento en el que estaba por el sexto dígito abriste la puerta de la casa y entraste.
lunes, abril 30, 2007
25
Tengo 25 años/o mis últimos días como tal/ subo y bajo/ recuerdo y me ahogo con el aire que respiro/ miro/ llamo/ recibo/ hago mil cosas y sigo coleccionado recuerdos/ vivo agitado/ malhumorado/ de morado/ y me integro muy bien en las noches y en la oscuridad./ Reinvento historias y cuento algunas/ miento por vocación y por hobby/ digo la verdad todos los días y me acuerdo de Dios cada vez que mi avión despega/ robo ideas, canciones/ bolígrafos/ números/ colores/ fotos/ y despego de mi cuerpo esas llagas dejadas por las personas que más quiero/ llevo agua en mi pequeña mochila de color negro/ negro el cielo/ negro mi pelo/ negro el color de estas letras/ las letras que me atormentan en cada rincón de mi mente/ esta mente demente/ que de repente se apaga/ se enciende/ se luce y brilla/ se maquilla y bebe esa agua/ escribo con rapidez/ hablo y a veces me doy cuenta lo que digo y me quedo sin palabras/ creo que es difícil verme hablar/ nadar/ jugar/ llorar…/ recorro las calles de muchas ciudades y muchas ciudades recorren mi piel/ tengo el dolor de cabeza más grande del mundo/ mis uñas crecen a gran velocidad y tengo 18 cabellos en el pecho/ mis ojos se cierran con mayor frecuencia, mis manos envejecen de tanto volar en pájaros de acero/ mi fuego es fatuo/ es greguisco, es pérsico/ mi fuego no quema y se va/ se deja estar/ creo que aún puedo correr como hace diez años/ hace nueve años/ hace ocho años/ siete años/ seis años/ cinco/ cuatro/ 3/ 2 ó 1 año/ pero yo ya no corro/ camino/ y percibo/ me voy/ vuelo/ mi imaginación se va/ se agita/ se rodea de voces/ se aleja muy lejos y retuerzo mis pensamientos/ quiero abrazar/ me enamoro 365 días al año y quisiera ser feliz/ quiero sentir/ quiero poseer/ quiero atrapar/ quiero aferrarme a la madera de los árboles pero subo en ascensor a mi casa/ la casa blanca de paredes llenas/ de sillas vacías/ de vasos de cristal y platos de porcelana con cubiertos nuevos/ mi arrogancia es apropiada para cada situación/ para cada reunión/ grito como loco pero no me escucho/ subo y bajo/ ¿recuerdan?/ tengo mil razones/ muchos libros/ pero tan solo una cama.
domingo, abril 01, 2007
De incógnito
He salido de incógnito. Qué quiere decir eso, pues quiere decir que no voy a reconocer a nadie, quiere decir también que si veo a alguien conocido me voy a hacer el loco, el que no le conozco. Esa persona no me reconocerá porque estoy de incógnito. Aunque quizá si voy a comprar cigarrillos a la tienda de la esquina el coreano que los vende me reconozca… da igual, esta vez no me despediré ni le hablaré y solo señalaré los cigarrillos.
Visto de negro, llevo algo con capucha y gafas de sol. Es que para incógnitos pocos
No hablo con nadie mientras camino y me gusta, todos miran al loco que soy yo y se preguntan por lo de mis gafas de sol. Llevo una mochila para levantar más miradas porque soy un incógnito al que le gusta llamar la atención. De esos incógnitos que les gusta que les vean, en eso consiste el juego, en que me vean pero no me reconozcan. Qué voy a comprar… pues libros, muchos libros a buen precio porque hay una feria, libros usados, esos libros que huelen a leído. Esos leo yo, no los nuevos que cuestan mucho y huelen a pegamento, no, a mí me gustan los libros viejos, los libros manoseados, con manchas de café y olor a insomnio.
Y de incógnito voy por las calles, por las calles con miles de gentes
Llego a la feria, mucha más gente de lo que me esperaba. Muchos libros y ese aroma a libros usados se respira de lo mejor, ese aroma que sentimos los que cambiamos las páginas de los libros con esa sensación de que alguien ya lo ha hecho antes. Reabrimos lo inesperado. Me pongo las gafas porque pienso que aquí sí alguien me va a reconocer. Dije que no saldría pero lo hice, salí de incógnito y no he hablado con nadie. Mi teléfono móvil no ha sonado porque lo he dejado en casa, no llevo nada con lo que me puedan ubicar. Pero, ¿quién me quiere ubicar? Basta de preguntas. Estoy en una ciudad que no es la mía y tratando de pasar desapercibido cuando sé que aquí nadie se dará cuenta de que existo a menos que yo de un paso. Pero si escapo de las preguntas por qué me hago tantas. Me siento, abro el libro comprado, me vuelvo a quitar las gafas de sol. No quiero escuchar nada más, quiero leer tranquilo. Me ha costado mucho llegar a este lugar sin que nadie lo sepa y sin que nadie me haga preguntas. Empiezo a leer, dice:
“Hola, de quién te escondes.”
miércoles, febrero 14, 2007
14 de Febrero
a TC, cuando cierra los ojos...
He tenido que comprar como güevón una caja de chocolates y un globo. Me siento recontra pavazo con esto en la mano y caminando por la calle, una guada estar templao. Pero güeno, ella es de las que le gustan estas cosas, si no le compro nada se asa y después me hace un chongazo, así que caballero nomás. La gente me mira, mucha palta, espero que cuando llegue no se ponga toda caramelosa y me haga más roche delante de toos, de ahí me van a bacilar y me van a querer agarrar de lorna por su barrio. Ta mare qué raro yo así carajo, nunca me hubiese imaginado gastarme la plata de la chupeta en chocolates y florecitas, parezco cabro ya, solo falta que me eche gel y guadas de esas pa que me digan metrosesual, menos mal que la flaca vive en otro barrio porque sino mis patas no perdonan y ya no me iban a soltar nufunca. Allí está, qué guapa que se ha puesto, ta mare yo con la ropa de jugar pelota, ta que también yo más faiter, me hubiese cambiado, pero le traje los regalos pe, toy nervioso, estas cosas a veces no las entiendo, ta mare qué le digo, feliz día de los enamorados y esas vainas son de brócolis, de mariconcito de la tele, mejor le digo pa ir a comer un sánguche donde Néstor, o pa ir a bailar el sábado… ta mare pero si no le dan permiso. Como si fuera chibola también, bien jodido el zambo de su viejo, ta mare no sé qué decirle porque esta guona va a querer ir a pasear por el parque, hasta seguro que nos enyucan al mostrito de su hermano. Ya me vio, se hace la tercia y se demora, ta mare que jodida es, caballero nomás, cholo, tas templao, ya fuistes, sabe que me jode cuando hace esa guada pero le encanta, le aloca ponerse en plan. Y si le digo pa ir comer al puerto, pa mí normal, que todavía me ha quedao un sencillo, pero no pes después no va a querer chapar con el turrón a cebolla, le digo que parque no, que deje a su hermano por allí y vamos pa la yapla pes, hace un calorzazo y yo normal nado con mi chor de jugar, cuánto se demora, ya pe causa que tanto te despides ni que te fueras a ir pa Alemania, allí viene, se ha puesto falda y se ha hecho dos moños, la cagada como se ha arreglado, ni pa su santo… ta rica, qué le digo, qué güevón me pongo, ayúdame pe guon, nada, no sé, ahí ta, ta mare no tiembles, no seas monse, dile algo pe, al toque no arrugues, este, esto, este.
- Te he comprao esto. Toma, es pa ti.
- Gracias, qué tierno eres… No tienes nada más que decirme.
- Este… FELIZ DÍA DE LOS ENAMORADOS…
jueves, enero 25, 2007
Llamada II
No me llamó. Vino con unas amigas y no me llamó. Se fue. Se fue sin llamarme y eso que sabía que yo estaba aquí. Sí, yo estoy aquí, aquí sentado viendo por la ventana y dándole agua a las plantas. Y claro, pensando por qué no me llamaste. Hay que ser muy mala para no haberme llamado. Pero bueno, qué se puede esperar. Yo espero, sí, porque soy tonto. Espero tanto de la gente y pienso y me como la cabeza. Qué comerían estas plantas si no les diera agua, ahora que las veo no me gustan para nada. Mi teléfono, que no come, también mira por la ventana, solo él sabe cuánto esperé su llamada. Él sabe cuánto le llamé y cuánto le escribí mensajes. Pero lo que él no sabe es que yo ya sabía que no me iba a llamar. Lo sabía porque ella es así. Escribió a todos diciendo que venía pero a mí no. Seguro que llamó a todos pero a mí nada de nada. Ya ves teléfono, a ti ni puto caso. Pude llamarle pero no lo hice porque tan arrastrado tampoco soy. Bueno, le hice sonar el móvil pero solo una vez y desde otro teléfono. No creo que se haya dado cuenta que era yo quien llamaba. Y si se dio cuenta que se joda porque a mí no me quiso llamar. Aunque yo creo que sí quería pero algo más fuerte en su cuerpo le dijo que no lo haga. Sabes tú, planta, qué suerte tienes al no tener que enfrentarte a las mujeres día y noche. Tú, en cambio sí que lo sabes, teléfono. Ella está aquí en esta ciudad pero no lo va a hacer y no sé por qué sigo pensando en ella si sé que no me quiere ni escuchar. ¿Y si la llamó yo? ¿Y si no le doy más agua a las plantas? Seguro que fueron las amigas las que le dijeron eso que siempre dicen las amigas. Eso de para qué lo vas a llamar. Vas a perder tu tiempo. No seas tonta, olvídalo. No vale la pena. Yo me pregunto: qué saben ellas. Me hago café porque me produce el efecto contrario y me hace dormir. ¿Te acuerdas cafetera cuando ella vino a casa y te dijo que eres linda? Sí, lo sé que te acuerdas, pues que sepas que ella ya no vendrá más. Vamos, no te pongas triste que tú y yo sabemos que tampoco es para tanto. Suena el teléfono y lo miro, le digo que por favor no me haga esas bromas, que ya no tengo 20 o treinta años, que ya estoy mayor para estas cosas pero mientras pienso eso y dejo la cafetera voy corriendo para responder. Casi cayéndome respondo con el teléfono en una mano y con el corazón en la otra. Es mi madre. Mi madre siempre suele llamar en estos momentos. Mi madre siempre me suele regalar plantas y preguntarme por ella para saber si hemos vuelto y estamos de nuevo juntos. Me está invitando a comer por cuarta vez en el día cuando en las tres anteriores ya le he dicho que sí voy a ir. Sí, mamá, mañana voy. Dejo el teléfono y pienso en desconectarlo así ya no estoy pendiente. ¿En qué estábamos, cafetera? Pelo una naranja, ya no sé qué hacer y sé que ella sigue esta ciudad que es tan pequeña y sé que si me lo propongo la encuentro. Pero no la voy a buscar. Por más que conozco todos los lugares que le gustan y que siempre decía allí voy a llevar a mis amigas, mira, aquí las voy a traer cuando vengan y vamos a ir todos juntos. Pues que sepas que falto yo allí en estos momentos, que sepas que me da igual si llamas o no. Me da igual si vas a esos sitios horrendos que decías. Pensándolo bien, menos mal que no me has llamado porque si tus amigas son como tú, vamos que íbamos a tener una nochecita de esas. Aquí estoy bien y tranquilo. Riego, pelo, me hago café, veo la tele, escucho música, leo un libro, tengo mil cosas para hacer. Paso de tener que escuchar de gente que no conozco, de tener que reírme de chistes que ya me sé y de brindar con gente que no sé quién es.
Desconecto el teléfono para no estar más pendiente, miro mí teléfono, lo miro por última vez mientras me sirvo el café que sale muy caliente de la tetera. Lo bebo todo. Me voy al espejo, me miro y guiño el ojo. Me río porque me conozco y me doy risa. Mientras me sigo riendo me pongo el abrigo, abro la puerta y voy a algún lugar mientras me despido de las plantas.