El Central Park no es un parque, sino un mundo. Al verlo tan lejos de todo, tan calmado y ver su inmensidad te preguntas de dónde salió esto. No le molesta nada. Nada le fastidia, descansa y deja descansar. Es inoportuno, pero está bien que lo sea. Tiene la vista más grande de todas y un alaguna tan inmensa que te atrapa los ojos. La gente corre en sus caminos. Lo rodea pero no lo mira de frente. Y estás allí parado en medio del verde, la bulla desaparece y te preguntas cómo hace para ser tan sordo cuando fuera de él hay quince millones de personas tratando de adelantarse en una cola. El Central Park no ronca cuando duerme. No apaga la luz y tampoco se tapa. No, no es como el MoMA.
El MoMA no es un museo, sino una persona. Una persona que está sentada con lo brazos abiertos. Una persona con muchas caras y de diferentes colores. Una persona muy alta que reúne a todos nosotros pero no es ninguno. Y te preguntas cómo puede haber tanta genialidad junta en una sola persona. Porque cuando el MoMA habla lo hace para todos. Porque cuando llora, todos lloramos. Y viceversa. Y luego ves mucha obra de arte. Y más obras de arte. Y más. Y si quieres puedes quedarte con él. Él, que con nuestra imaginación juega.
New York es esa calle con números y casas con nombre. Ese suspiro. con smog Ese respiro inquieto. Esos policías tan azules. Ese café muy caliente y con sacarina. Ese hot dog de un dólar que cuesta tres... Cuando New York se acuesta, nosotros también.
2 comentarios:
Chévere... yo también quiero conocer niú llorc.
Lo último que leí sobre Niú llorc, en un blog que encontré por allí, decía: parece la Av. Abancay pero más bacán... jaajaajaaa
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