martes, agosto 11, 2009

Días movidos

Todo el mundo da por sentado que mi novia (cuál de todas, dirá otro mundo) me responderá que sí si le pregunto para casarnos. Qué inocentes son... ingenuos mortales de corazones débiles. No la conocen. No saben lo difícil que es convencerle de que el color rojo es solo rojo y no puede ser azul. No saben lo escabroso que es llamarle para decirle que en el supermercado ya no queda más leche de soya con grasa 4.6 % sabor a vainilla. Y no saben cómo se pone cuando la carne no está bien frita a 120° con aceite de oliva importado de Sabina, cerca de Rieti, allí por Italia. Pero bueno, estos días aparte de ver el mar muy movido desde el mejor baño del mundo, según un amigo; también he visto mis días muy, ni se imaginan cuánto, muy pero muy movidos. De Aeropuerto en aeropuerto, de ciudad en ciudad, sin comer, sin dormir y sin entender dónde estaba. Tratando de hablar idiomas indescifrables e intentando tener una sonrisa a pesar de todo. Y en lo poco que he dormido he visto gente en mis sueños que no veía hace mucho. Hadas madrinas del pasado y musas imperturbables que poco a poco han ido apareciendo en la vida real.

Todo el mundo da por sentado que yo sé que nada sé, pero no es así. Yo sé, por ejemplo, que si le digo para casarnos me va a decir que NO. Entonces no le digas, pues, responderá algún avispado amigo, pero si no le digo entonces ella me dirá: Por qué no me lo dices. Y la cosa se convertirá en un círculo vicioso que de círculo tendrá poco y de vicioso mucho. Los días son movidos porque la gente está que aparece y desaparece. Los abrazos se quedan cortos y por primera vez me siento querido. No es difícil sentirse así con tantos besos que recibo. Ojalá fueran dólares, o mejor euros, diría mi tía, la que cumplió 50 años al lado de mariachis y mucho licor. Yo no, yo no pido nada, aunque pido, ya pues si algo hay que pedir pido, que los días no se muevan tanto porque la verdad es que me estoy mareando y entiendan por favor que las resacas las llevo fatal. Me suelo pegar a la tele todo el día a ver partidos de fútbol tipo Inti Gas – Sport Huancayo, o lo que es peor, a ver la Bundesliga.

Todo el mundo da por sentado que mi novia (pero si no tiene novia, dirá otro mundo) llorará cuando saque el anillo del cofre y se lo ponga en uno de sus dedos. ¿Alguien llora con eso? Porque ella no lo hará, se los aseguro. Primero lo mirará perspicazmente. Luego lo revisará meticulosamente. Y como me conoce muy bien me interrogará, con justa razón, sobre su procedencia, precio, año de fabricación, made in qué y el material utilizado en su producción. Después de eso me dirá que NO y lo guardará para asegurarse de que no lo use con una de esas musas que yo creía me habían desterrado para siempre pero que para sorpresa mía en estos días movidos han empezado a salir de sus escondites. Sí, porque están apareciendo en sueños, calles, fotos, cartas, en cajas de leche, en la lluvia que cae y sobre todo en imágenes. En imágenes tan claras como la espuma de los pisco sour’s que saboreé hace poco y que según un amigo eran los quintos mejores del mundo.

Todo el mundo da por sentado que yo sé que nada sé, y tal vez sea así ya que sé que por allí ella se apiada de mí y me da el SÍ. Pero su sí sería solo una broma, como cuando bromea con lo de adoptar una llama y meterla en nuestro jardín que ni siquiera es de nosotros sino del edificio. O como cuando bromea con eso de comprar más plantas a pesar de que mi casa parece la selva del Perú a la que solo falta el Amazonas para serpentear por allí. Y para colmo de males tengo que seguir viajando y los días se moverán más y más. Se moverán tanto que alguien más aparecerá. Más y más gente, tanta gente que pensaré que mi memoria es de cartón, como la casa de Martín.

Todo el mundo da por sentado que mi novia (aún sigue con ella, dirá otro mundo) entrará a la iglesia con un vestido blanco despampanante y pomposo. Que detrás de ella ingresarán hermosas niñas llenas de flores y de colores celestes. Que el cura hablará sobre lo corta que es la vida y lo eterno que es el amor. Y razón no le faltará, pero los que si les faltarán serán los novios que no creen en lo que dice cuando habla sobre seres imaginarios. Entonces, ya pues decídete, que estás aburriendo. Entonces nada, los días se han movido, las imágenes me están cegando, las preguntas y los reencuentros me dan tanta luz que no tengo ganas de nada. Mi teléfono móvil no funciona. Sus ojos siguen siendo los mismos a pesar de que estaban achinados por todo lo que había fumado. Las flores ya no tienen color y las hojas caen como si fuera otoño en pleno verano. No la vi pero al menos escuché su voz y reía y reía. Su imagen apareció en cada esquina de esa ciudad extraña ya para mí. La lluvia no cesa mojando todo menos mis manos. Despertó todavía en mí eso que de niño me hacía sentirme hombre. Sus letras pudieron sacarme una sonrisa porque creo que hemos entendido muchas cosas. La comida no me llena y sin comer he subido casi diez kilos. Su silencio sigue siendo inamovible pero a pesar de eso siempre me sorprende. No sé usar las tijeras y tengo que cortar y cortar. Y fuera de todo esto que los días se muevan no es culpa de ella, a pesar de que se le extraña, y eso que sé dónde está y qué está haciendo.

3 comentarios:

Jay dijo...

Las musas, los días que se mueven y los síes y noes de tu novia (una de tantas)...

Encantado de leerte otra vez; que la vida te sonría.

Carlos Rojas Olivos dijo...

Aunque un poco tarde, gracias por leer y por los deseos... ;)

NubeBlanca dijo...

Como aparece con frencuencia en películas alemanas: "Alle Ähnlichkeiten mit lebenden Personen sind rein zufällig" -:)
Abrazos NubeBlanca